Para mi el aeropuerto es un puro trámite, que esta vez ha sido más corto de lo esperado gracias a Mamadou.
Es salir del edificio y rápidamente mis glándulas olfativas reconocen ese olor mezcla entre humedad, calor, cacahuete, madera quemada y un nosequé propio del país. Nunca soy suficientemente consciente de cuanto lo echo de menos hasta que llego.
Me gusta abrir la ventana del coche camino del albergue y que ese aroma me invada y ese airecito me despeine, aunque eso es un decir.
Llegamos al albergue en Petit Mbao y voilà nos reciben Astou y Marcelo con su impagable sonrisa. Subimos a la habitación y cuando abro la mía (siempre ocupo la misma desde hace un tiempo) me quedo anonadada, vaya cambio, pintura y decoración nueva, cama nueva y colchón nuevo. Marcelo dice: es cool africano, el es florentino. Ahí lo dejo.
Marga Coll, 29.11.17
Deja una respuesta